domingo, 26 de diciembre de 2010

Interludio I -15a-

Tranquilidad. Silencio arrullado por el trino de algunos pájaros. Suavidad. Comodidad. Lo único que percibía, aunque de forma muy lejana, eran crujidos de madera. Su atención estaba situada en un punto más lejano, más distante, no presente en el mundo físico que lo rodeaba. Lo más cercano era la suavidad de las mantas, la comodidad de un colchón de verdad bajo su espalda.

-Duerme como un gato...

-Dejémoslo. Lo necesita.

-Lo entiendo, pero... Ojalá las cosas fueran diferentes.

-Creo que eso es lo único en que estamos de acuerdo.

-A pesar de que tú quieras protegerlo.

-No puedo evitarlo.

-...Será mejor dejarlo dormir de una vez.

-¿Ves? En el fondo tú también te preocupas.

-¿A qué viene eso? ¡Que yo soy una persona muy decente!

-Baja la voz, que necesita dormir.

-De hecho...

Igrin fue abriendo lentamente los ojos, acostumbrándose a la luz. El techo de madera sobre su cabeza lo desconcertó un momento mientras hacía memoria. Estaba en una cama de verdad, en una casa, la de alguien… Tenía unas ropas extrañas puestas, no eran las suyas y… alguien lo observaba.

Se puso en pie de un salto, con una mano por delante y la otra por detrás, listo para atacar con unas, en ese momento, ficticias garras. Estaba con dos mujeres.

-¡Atrás! –Gritó, alarmado.- ¡Alejaos!

-Ya, ya. Tranquilo. –Una de las mujeres se aproximó, sonriente. Tenía el cabello largo de color castaño.- Sé que Mit puede ser un poco… desconcertante, al principio, pero no tienes que ponerte nervioso. Estás a salvo.

-Ya salió la bondadosa Mits… -se burló la otra, mientras sujetaba su barriga de embarazada con una mano y apartaba algunos mechones azules de su cara con la otra.

-No me llames así.

-Vale, vale.

La morena era “Erie”, recordó Igrin. Y la peliazul era Mithrael. Ambas vivían en aquella casa, a la que había llegado la madrugada anterior. Había seguido el camino, había visto la luz a un lado del camino, y al cruzar el umbral…

-Te pegamos con un jarrón en la cabeza –cortó Mithrael su pensamiento.- ¡Habría sido divertido! Pero yo no estoy para esos trotes.

-Y no está bien. –Erie sonrió, cansada.- Me limité a usar un hechizo de sueño.

-Dadme… dadme mis cosas –demandó el hombre, sintiéndose un tanto inseguro.

-No, eso ahora no –se adelantó Mithrael.- Mejor ve al cuarto de al lado, que yo voy a buscar la navaja. Te hace falta un buen afeitado.

-Me resulta tan raro verlo con barba…

-Eso es porque no estás acostumbrada a los humanos, Mits. Para ti todo son dragones y magos.

-Cierto. Aunque, últimamente...

Igrin se sentía paralizado por la impresión. Tenía la sensación de haberse quitado un gran peso de encima, pero, a la vez, de haber perdido algo importante… Era como si estuviera medio vacío.

Sin él ser capaz de percibirlo, fue conducido a otra habitación y sentado en una silla, cerca de un barreño de agua y con un largo paño cerca con el que cubrieron su nueva camisa.

-Levanta la cabeza. A ver, esa espuma...

Erie observaba desde el dintel de la puerta.

-Bueno. Háblanos de ti, Igrin. ¿Cómo has llegado hasta aquí?

-Caminando... y en barco.

-Oh, ¿en barco? ¿Entonces vienes de Karime?

-Karime... Sí. Al norte. En el templo de Narae la Serena. Athinius...

-¿Por qué fuiste a Karime?

-Ella me dijo que fuera.

-¿Y qué hiciste?

-Maté a mi hermano.

-¿Por qué?

-Porque él me iba a matar a mí. No quería que me fuera. No me dejaba. Que no podía hacerlo, decía. Que no debía. Que era una trampa, un engaño, un sinsentido. Que no, que no y que no. No me dejaba irme. Y tampoco me lo quería dar. Por mucho que yo insistiera, no soltaba...

¿Dónde estaba Angren?

Igrin saltó. Mithrael dejó caer la cuchilla con la que lo estaba afeitándolo y se apartó para esquivarlo. El chico calló al suelo y la miró, enseñando los dientes, apoyado sobre las cuatro extremidades y con la espalda arqueada. El cabello de su nuca se veía erizado.

-Mit…

-Tranquila, se calmará si no me muevo. Debe ser un hechizo de defensa para ella, y si no es el hechizo…

-…Es que es parte de su naturaleza. Me imagino. ¿Y qué hacemos?

-Esperar un tiempo.

Se oyó un portazo a lo lejos. Ambas mujeres abrieron desmesuradamente los ojos.

-¡Ya estoy en casa!

-¡Heralc!

Igrin salió de la habitación y corrió hacia la puerta. Las dos mujeres lo siguieron corriendo, hasta que en la entrada lo encontraron tirado con una saeta atravesando su hombro derecho, y al agresor con el arma en la mano.

-Pero cariño… ¿Cuántas veces te he dicho que tengas cuidado? La sangre se quita muy mal.

-Gracias pro la preocupación. Dejáis a vuestro experimento suelto, casi me mata... Y la limpieza es lo primero.

-Pues claro.

-¿Por qué no va alguno a por una venda? –Erie se acercó a Igrin, que estaba como atontado.- Luego yo me encargaré de arreglar como pueda la camisa, sería una pena que se arruinara estando nueva.

Heralc fue el que se marchó. Mithrael se agachó como pudo junto a Erie e Igrin. De su bolsillo sacó algo envuelto en un paño blanco.

-¿Estás segura de eso?

-Si vas a tratarlo, lo mejor es que lo tenga... Y tú no puedes ponérselo.

Mithrael sacó la gema azul del paño, que brillaba en su mano, y con cuidado la colocó en el hueco abierto que Igrin tenía en vez de ojo.

-Iré a buscar algo para limpiar.

-Yo intentaré llevarlo a su cuarto.

La peliazul se marchó.

1 comentario:

Anónimo dijo...

"-Duerme como un gato..."

lol? No creo que Igrin se parezca mucho. Los gatos son monos y adorables. Igrin es... Igrin. No está exento de atractivo, pero no es precisamente moníssimo.

Espera... ¡ya decía yo! Yo YA he leído este capítulo... quiero decir, por segunda vez. ¿Por qué no hay comentario? ¡¡Yo DEJÉ comentario!! O_O

"-Ya, ya. Tranquilo. –Una de las mujeres se aproximó, sonriente. Tenía el cabello largo de color castaño.- Sé que Mit puede ser un poco… desconcertante, al principio, pero no tienes que ponerte nervioso. Estás a salvo."

Me hace gracia, porque es absurdo. No creo que a Igrin le preocupe gran cosa estar a salvo o no. No recuerdo que antes estuviese en peligro... hasta que lo dejaron KO, claro.

"Sin él ser capaz de percibirlo, fue conducido a otra habitación y sentado en una silla, cerca de un barreño de agua y con un largo paño cerca con el que cubrieron su nueva camisa."

Dios, qué patética parece la escena. Si no fuera porque Igrin está groggy, se daría tanto asco a sí mismo que potaría. ¡Lo tratan como a un bebé! xD

"-Gracias pro la preocupación. Dejáis a vuestro experimento suelto, casi me mata... Y la limpieza es lo primero."

xD Me río tanto por el comentario de Heralc como por lo "pro" que es (hay que tener mucha suerte para derribar a Igrin siendo un inútil, aún estando éste a media pila". Por otra parte, acerca del interrogatorio y el estado de Igrin ya había comentado.

Y Heralc me da penita. Mithrael es una puta ¬¬

"-¿Por qué no va alguno a por una venda? –Erie se acercó a Igrin, que estaba como atontado.- Luego yo me encargaré de arreglar como pueda la camisa, sería una pena que se arruinara estando nueva."

Me hace gracia cómo estas semidiosas de los huevos se hacen las bondadosas y luego se preocupan más por una camisa que por la integridad de un tipo al que ellas mismas se cargaron una vez y casi se cargan de nuevo xD.

En fin... paso al siguiente capítulo =)