lunes, 1 de noviembre de 2010

8

Quinto día juntos. Todo había transcurrido con normalidad entre los dos, sin grandes novedades salvo dos o tres minucias.

No tuvieron su conversación sobre el sexo con su acostumbrada pregunta. Arti no volvió a señalar sus escritos como su fuente de placer.

Mientras el castaño esperaba en la parte baja de la casa procurando ordenar un poco (tarea aburrida dadas las escasas pertenencias de la dueña), la rubia se atusaba un poco más el cabello. Las pocas gallinas que había en la casa picoteaban alegremente por el patio, cacareando de cuando en cuando. El sol lucía radiante aquella mañana.

-No entiendo tu empeño -recriminó Igrin, resignado a evitar que los animales entraran en la casa.

-¿Qué empeño? ¿He hecho algo malo? Creo que eres un quejica. -Replicó Arti.

-Que no tienes cabeza, idiota. Yo no debería salir así como así a la calle. Aún deben estar buscándome.

-Eso te pasa por ser ladrón, mentecato.

-Ya empezamos...

-¿Cómo que empezamos? Tengo razón: si no fueras un estúpido ladrón no tendría que cobijarte en mi casa ni yo que aguantar tus caprichitos.

-Te expondré los hechos por partes: uno, yo no soy ningún ladrón; dos, aunque lo fuera, nunca sería tan torpe y prueba de ello es que no me hayan encontrado aunque siga en la ciudad; tercero, no me has denunciado porque tú también saldrías perdiendo. Y te lo advierto: no vuelvas a llamarme estúpido.

El único ojo visible de Igrin parecía mostrar una peligrosa ira contenida, acompañada de una mandíbula tiesa de tanto apretar los dientes. Desde la falsa buhardilla ella lo observó y sonrió con picardía. Él se giró hacia ella y atrapó al vuelo el peine de madera que la chica le arrojó. Gruñó secamente mientras estiraba las mangas raídas de su vieja camisa.

-¿Y ahora?

-Espera un momento, agonías.

La observó bajar, lenta y torpemente debido a la larga falda que llevaba puesta, vislumbrando de cuando en cuando retazos de la piel morena de sus piernas. Suspiró pesadamente mientras pensaba, para sus adentros, que aquella mujer era bastante bonita a pesar de todo.

-Venga, vámonos.

-¿Y porqué tengo que ir yo?

-Porque nunca sales conmigo y tengo que estudiarte.

-Estás loca.

-Gracias, lo sé.

Salieron de la casa.

*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*

La plaza estaba a rebosar de gente, toda muy variopinta: hombres, mujeres, niños correteando, ancianos, algunos guardias, los comerciantes, un grupo de malabaristas y un juglar en una zona apartada y rodeado por una multitud, cantando las hazañas de un héroe local. Los distintos puestos y tenderetes del día de mercado estaban colocados en corro y las personas aglomeradas a su alrededor bloqueaban más el paso que las mercancías en sí. El bullicio reinante era ensordecedor para cualquiera que no estuviera ya acostumbrado.

Ese era el caso de Igrin.

Con Arti colgada de su brazo, arrastrándolo de un lado a otro mientras iba gastando dinero y llenando la cesta donde llevaban sus compras, recorría Igrin la plaza. Todo aquel ambiente, aquella jovialidad, chocaba mucho con su forma de ser, pero esperaba pasar la prueba de la chica para obtener su premio final. Pretendía ignorar las miradas que ella le dirigía "disimuladamente" para dedicarse a vigilar que nadie los asaltara aprovechando el barullo, pero no podía.

Tenía un mal presentimiento.

-A ver, tenemos zanahorias, pimientos, puerro, cereales... ¿Qué opinas de comprar un cochinillo? Creo que con el dinero que tengo me llega para pagarlo, y luego no sería tan difícil alimentarlo...

-El pescado es más barato.

-Bueno, si quieres compramos, pero entonces tendríamos que comprar algo más para poder prepararlo, ¿sabes? Pero en fin, si a ti te apetece...

Con un poco de torpeza se abrieron paso hacia la lonja, cercana al puerto, para poder comprar los productos marinos que deseaban. La calle que seguían estaba casi tan abarrotada como la plaza, y según avanzaban comenzaron a oír algunos gritos y voces estridentes. El sexto sentido de Igrin se disparó.

-Ten cuidado, Ar...

-¡Al ladrón! ¡Ha apuñalado a un hombre!

-¡Se ha llevado mis compras!

-¡Mi collar!

Ellos se habían detenido y las voces sonaban cada vez más cerca. De pronto, alguien empujó a Arti, derribándola en el suelo. Las verduras volaron por los aires antes de caer desparramadas por el suelo.

-¡Arti!

-¡Mi dinero! ¡Todo mi dinero! -Arti miró a su alrededor mientras se incorporaba.- ¡Se lo han llevado!

Igrin se puso en pie de un salto, ignorándola completamente. Olisqueó el aire un momento antes de echar a correr.

-¡Pero qué haces, idiota! ¡No me dejes aquí tirada!

Igrin ya estaba lejos.

*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*

-Lo alcancé casi a la salida de la plaza. El hijo de puta corría como si le hubieran metido un ají por...

-Sí, no hace falta que seas tan explícito. Sigue.

-Lo tuve que tirar al suelo de golpe, no me di cuenta de que le había dislocado el hombro, pero tampoco creo que me lo vayan a tener en cuenta, ¿no? No sé qué era el tipo ese, pero no tenía cara de humano, y encima iba cargado con un montón de cosas... En fin, le rompí el brazo en el que llevaba la daga esa, se la quité y recuperé tu dinero.

-¿Y por qué tuviste que dejarme tirada para ir tras él?

-No lo hubiera alcanzado si no.

-Fuiste un desconsiderado.

-Y quería pescado.

-Eres terrible.

-Gracias, lo sé.

Cogió el plato de sopa de pescado que Arti le tendía y la probó. La chica, mientras, se servía a sí misma.

-¿Por qué no me acompañaste luego a comprar el pescado?

-Estaba cansado.

-Eres un caso.

-Gracias, ya lo...

Bofetada. La mano de la rubia se estrelló con fuerza contra su cara y él la miró con rabia mientras apretaba con fuerza su muñeca.

-¿Quién te has creído que eres?

-La que te está dando de comer.

Igrin imprimió más fuerza en su agarre, pero ella se esforzó en mantenerse impasible.

-Te lo merecías.


-Vas a ver lo que te mereces tú.

La acercó más hacia sí, forzando un beso. Ella arrojó sin querer su cuenco de sopa para abrazarlo mientras respondía.

-¿Aprobé?

-Sí. Calla.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

La descripción del ambiente de la cidad en esta relectura de pronto se me ha hecho muy... medieval. Nunca había asociado EUS a la Edad Media. Qué chungo xD.

Sigo diciendo que Igrin queda muy raro al comportarse tanto, aunque sea para follar.

"-Lo alcancé casi a la salida de la plaza. El hijo de puta corría como si le hubieran metido un ají por..."

ehm... ¿"ají"? ¿?

"-¿Por Quién te has creído que eres?"

¿Uh? ¿Es una frase al uso del mundo de EUS o es una errata? o.o

Por lo demás... no sé... sigo diciendo que me resulta raro ver a Igrin comportándose de forma tan rara.

Mital dijo...

Errata. Había otra fase que quité.. uhg...

¿Qué problema tienes con el ají?

Anónimo dijo...

Que no sé lo que es, .__.U