lunes, 22 de noviembre de 2010

11

Anochecía. Se habían detenido un momento para comer algo y descansar. Calculaban poder llegar a su destino al amanecer

No habían encendido hoguera, aunque la noche era fresca. Se notaba –cada vez más- que cambiaba la estación.

Revisaban lo obtenido de los bandidos.

-No entiendo por qué el empeño en quedarte con sus cosas –preguntó Dariel.

-Quizá porque no tengo gran cosa ahora mismo, así que cualquier añadido es bueno –respondió Igrin.

Guardaron silencio y comieron. Tenían algunos frutos secos y empanadas frías, lo primero para los prisioneros, lo segundo para ellos.

-Es curioso. –Igrin miró a Dariel, que había empezado a hablar. Probablemente, un largo y aburrido monólogo.- Yo no soy de aquí, ¿sabes? Nací en el sur.

-Se nota… -Sí, monólogo.

-Cuando era niño, mi madre nos trajo a mi hermana y a mí. Las dos están casadas, una otra vez en el sur, la otra más al norte... y yo sigo aquí.

-¿Por qué me cuentas esto?

-¿Y por qué no? Intento tener un viaje agradable. Lo mínimo que puedes hacer, ya que te alimento y te llevo, es escucharme y ser amable.

-Sí, lo que sea. Yo voy a echar una cabezadita...

-Sí. ¿Por dónde iba...? Ah, sí. Arti. Ella sí es extranjera; de Karime. Teníamos dieciséis años cuando nos conocimos... Un par de chiquillos. Ella ya escribía entonces, y yo pintaba. Así no nos costó congeniar.

-Entonces sí te follas a Arti.

-¿Tú no estabas durmiendo?

-Alguien está haciendo ruido, pero hago lo que puedo por relajarme. ¿Y bien?

-Ni... ni de broma. ¿A mi hermana? Pffffffff...

-¿Arti es tu hermana?

-No, pero como si lo fuera.

-¿A qué viene tanta mariconada de “conocerse, congeniar” y todas esas... polladas?

-¡Es mi historia! ¡Cállate, escucha y deja que la gente lea!

-¿Eh?

-¡Seguro que a alguien le interesa!

-Pues cuéntame... No sé, cómo terminaste en la guardia o algo. ¿Pagan bien?

-Es un trabajo. Te toca.

-¿Qué?

-Que hables de ti. Tengo el derecho de la curiosidad... y de ver mi curiosidad respondida.

-Tienes derecho a una polla en vinagre.

Dariel rió. Igrin ni siquiera lo miraba.

-Qué pasa, ¿te persigue la ley y tienes que cubrirte las espaldas? ¿Tienes algún secreto vergonzoso que te dé pena contar? Por ejemplo, ¿cómo perdiste el ojo?

-...tengo amnesia. Y lo del ojo fue una mantícora.

-¿Y te curaste por arte de magia?

-Me curaron por arte de magia.

-Oh...

Crepitaban las llamas. Algún preso roncaba mientras los otros gruñían o hablaban en voz baja.

-Ahora tengo yo una duda.

-Dispara.

-¿Tienes alguna cualidad especial por la que puedas ocuparte de diez presos tú sólo? ¿Qué pasaría si yo no fuera contigo e intentaran escaparse o te atacaran?

-Ya lo averiguarás cuando lleguemos.

-Pues menuda mierda...

-Ya deja de quejarte y vete a dormir. Ya se me ha pasado el momento nostálgico. Haré la guardia.

-Vete tú. Con tanta cháchara se me ha quitado el sueño.

-¿Seguro?

-Seguro.

Dariel miró a Igrin un momento, no muy convencido. Aún así, terminó subiéndose a la carreta para acomodarse y dormir.

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De quince entradas que tiene el blog, doce son mías...

Igrin: Tenemos que hablar MUY seriamente de lo que has hecho con la cuarta pared ¬¬

Mital: ¿Qué pared? ó.o

1 comentario:

Anónimo dijo...

"-¡Es mi historia! ¡Cállate, escucha y deja que la gente lea!

-¿Eh?

-¡Seguro que a alguien le interesa!"

Esto... ¿estaba antes?

De todas formas, es un poco brusco el final de la... "parte de Dariel". Inmediatamente después de decir eso... deja de hablar para pasarle el turno a Igrin... o intentarlo. Creo que debería ser un pelín más largo. Igual tiene algo más que contar.

Por cierto, me gustaría algún día leer alguna descripción de una mantícora de EUS. Y tampoco estaría mal saber cómo fue el rollo con Athinius, la pelea, eso. A no ser que eso forme parte de lo que falta...

¿Diez prisioneros? Están mal de la cabeza.

Je. Yo no podría dormir bien sabiendo que Igrin está haciendo guardia.