domingo, 19 de septiembre de 2010

2

Apretó su cadera con las rodillas fuertemente, sin tenerla en consideración. Ella exhaló un suspiro, casi un gemido ahogado, y sintió cómo él la llenaba, desbordándola. Se dejó caer al fin hacia atrás, respirando agitadamente, mientras lo veía apartarse de su lado y comenzar a vestirse. Aquel hombre... Aquel hombre sobrepasaba todas las ideas que su mente había llegado a concebir.

Llevaban ya una semana de viaje, esto es, nueve días en su calendario. Los tres primeros le habían servido a Igrin para recuperarse al fin de sus heridas, conseguir "algo" para tapar su ojo falso y seducir a Mirna. A partir del sexto había empezado a disfrutar de su compañía, su lecho y su cuerpo cada noche y cada mañana, sabiéndose el primero en poseerla, aprovechando todas las horas de sueño de su padre. No sabía qué pensaba la muchacha sobre todo aquello ni le interesaba; consideraba que, ya que no podía hacer nada más para divertirse, la chica tenía el deber de complacerlo hasta que cesase de necesitar su compañía. Y solo quedaba un día ya.

Igrin estaba terminando de ajustarse la camisa cuando el padre de Mirna se acercó al lugar donde estaban. Pudo olerlo antes de que el hombre se percatara de su presencia, así que le dio tiempo a cubrir a la jovencita y ocultarse bajo el carromato. Y tomó el papel de un espectador.

El hombre adusto, de calva cabeza y blanco mostacho se acercó a grandes zancadas a su hija, que dormía en el interior del carromato para "vigilar al herido", y la golpeó sin miramientos con la varilla que usaba para fustigar a los caballos.

-¡Ay!

-Levántate y vístete, zorra. Tienes que ayudarme a arreglar las cosas.

-Pero, padre...

-Que te levantes -Otro golpe.- Tenemos que llegar hoy de una maldita vez para deshacernos de tu amiguito. Hay que entregárselo a la guardia.

-¿¡Cómo puede hablar tan mal de Igrin, padre!? ¡Vos mismo lo dijisteis! "Esa bestia lo atacó, ha estado a punto de matarlo".

-Hablo con conciencia, no como tú, que piensas en una sola cosa. Desvergonzada. -Otro golpe. Mirna se levantó y comenzó a vestirse.- Ese muchacho tenía sangre entre las uñas, demasiada para tratarse de una casualidad. Me pregunto si no es él el verdadero monstruo... -Un golpe más, con mayor fuerza que las veces anteriores.- ¿Y qué hacías tú durmiendo así?

-Tenía calor...

-¡Y una mierda "calor"! ¡Eres como una perra en celo! No quiero ni pensar... ¡Y termina de vestirte de una vez!

-Sí, padre.

Y Mirna obedeció, sin replicar más, sin cuestionar, sin pensar, sin escuchar. Se limitaba a percibir las órdenes y acatarlas. Y percibió una risa de fondo, pero no le dio importancia.

*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*

La hora de comer se acercaba cuando al fin divisaron las puertas de la ciudad. La chica iba en el interior del carro, cubierta del sol por la lona, ocupándose de mantener todo en su sitio. Igrin acompañaba al padre en el pescante. La conversación entre ellos era nula, pero el silencio no era incómodo, al menos para el joven.

-Deberíamos parar a comer antes de llegar a Kath. -Comentó con tranquilidad.- Una vez estemos dentro será imposible que os acomodéis apropiadamente, teniendo que poner todo para la venta...

-Sí, sí. Tienes razón. Pararemos un rato al borde del camino para que mi hija cocine algo y luego iremos. -Tirando de las riendas y gritando un par de órdenes, los animales se salieron del camino, alejándose un tanto de la vía en busca de un lugar cómodo para descansar.

Al cabo de unos minutos ya habían parado y los animales estaban atados a un árbol cercano, pero liberados de su carga. Fue a ellos a quienes Mirna atendió primero, dejando aún a su padre y a su amante solos unos instantes.

-¿Qué harás cuando lleguemos?

-Compraré provisiones y seguiré mi camino hacia el Oeste, de vuelta a casa.

-¿Quién te espera? ¿Tus padres, tu esposa?

-Algo mejor que eso...

Más silencio. Mirna les dedicaba algunas palabras a los caballos.

-¿Te has aprovechado de mi hija?

-No.

-Te has acostado con ella.

-Sí.

-Eres hombre muerto.

El acero brilló en una corta extensión, la de la daga que el padre portaba y que sacó en un segundo. Igrin, sentado en el suelo, apenas le dirigió una mirada desganada, aburrida, como si todo aquello no tuviera nada que ver con él. Lo enfureció.

-¡Hijo de perra!

-¡Padre!

Y entonces Igrin se levantó. La daga se dirigía hacia su estómago a una velocidad de vértigo, y detrás del padre la hija chillaba aterrada, corriendo hacia él, intentando detenerlo. El chico de cabello castaño sonrió de forma casual y se relamió. Lanzó su mano.

La daga cayó al suelo a la vez que Mirna, espantada, salpicado de sangre su rostro. Una mano (¿o una garra?) sobresalía por la espalda de su padre, tintada de rojo. La sangre que el anciano vomitó también salpicó a su asesino, que simplemente se relamió los labios.

-I... grin...

-Tenemos que despedirnos, Mirna. Yo tengo que llegar a Kath para seguir mi camino, y tú no vienes conmigo.

-Pero tú... tú... ¿Es que no me amas? Juntos... ¿No vamos a estar juntos?

-Qué imbécil eres, maldita puta. -Igrin la puso en pie tirando de su cabello, sin oír los quejidos de dolor y las frases incoherentes que ella pronunciaba.- Vamos a despedirnos como es debido...

La arrastró hasta el árbol donde estaban los caballos, que se encabritaron al oler la sangre. El chico decidió librarse de esa molestia cortando las cuerdas de un solo mordisco, dejando que huyeran. A ella la estampó contra el tronco y la sujetó con una sola mano, del cuello, mientras la observaba.

-¿Por qué...? -Mirna tosió, intentando recuperar el aliento para formular su pregunta.- Yo te quiero...

-No me quieres. Ni siquiera me conoces. -Rompió su falda sin miramientos, y luego rasgó sus calzas.

-Quiero... estar... contigo... -Sintió que su garganta era apretada con más fuerza, asfixiándola.- Por... favor...

Igrin hizo lo más práctico que se le ocurrió para no oírla: besarla. A diferencia del primer beso que había recibido de él, dulce y tierno para conquistarla, este era forzado, bruto, descuidado. Sintió incluso cómo él mordía su lengua con el único fin de hacerla sangrar, hacerla sentir dolor, y disfrutar él con ambos resultados. Y aún continuó así durante un buen rato más. Por más que quería gritar no podía, pues él aprisionaba su boca y su garganta. Sentía la sangre de algunos cortes en su vientre, en sus brazos, en sus piernas, en su cara... Sentía las caricias duras y crueles dañándola y excitándola al mismo tiempo. Sintió el sudor correr por su cuerpo, acompañando a las lágrimas que caían por su cara. Gimió por doble causa cuando él entró en ella, ahogándose por la presión y la sangre agolpadas en su garganta.

Al cabo de un rato él se marchó, con una bolsa de oro en su bolsillo, una daga en su bota y manchas de sangre en la ropa. En el suelo, en un lugar apartado y olvidado del camino hacia Kath, un padre y su hija murieron desangrados. Él con el estómago atravesado, intestinos cortados, venas vacías de tanto sangrar. Ella malherida, cubierta en sangre, sudor y lágrimas... y quizá algo más.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Mmm... Yo juraría que lo has retocado un poco. Creo que el dtalle de la daga en la bota es nuevo, o.o

Por otra parte, yo siempre me quedo con ganas de saber qué es eso de "algo más". Que si no me lo dicen a las claras, yo pienso mal... <.<

Mnah, ahora no estoy muy inspirado. Comentaré algo más luego =)

Mital dijo...

Pues nop. Lo de la daga en la bota está desde el principio, puedes revisarlo en la versión de ESight. De hecho, es ESA daga la que tiene luego, cuando va con Dariel, antes de conseguirse una cimitarra.

Realmente, Igrin empieza totalmente desarmado; se equipa con loq ue le va quitando a los muertos por ahí =)

Anónimo dijo...

Qué hijo de perra, xD

Anónimo dijo...

Cuando dice "apretó su cadera entre las rodillas, sin tenerla en consideración"... imagino que es Mirna, que no tiene en consideración la cadera de Igrin. ¿No es así? porque si no, no tiene mucho sentido...

"Aquel hombre... Aquel hombre sobrepasaba todas las ideas que su mente había llegado a concebir"

Aquel hombre... aquel hombre... ¡oigh! *Cae desmayada con un suspiro*

xD

"consideraba que, ya que no podía hacer nada más para divertirse, la chica tenía el deber de complacerlo hasta que cesase de necesitar su compañía"

Ja. Igrin también es un chuloplaya. Atrévete a negarlo ¬¬

Je. Me gusta la expresión "como una perra en celo". Pero de todas formas, la escena me parece un poco irreal. Quiero decir que... esas varillas DUELEN. Duelen que te cagas. Creo que Mirna debería quejarse y chillar de dolor, y no solamente quejarse todo el rato de su querido Igrin.

"-¿Quién te espera? ¿Tus padres, tu esposa?

-Algo mejor que eso..."

Una diosa cachondísima a la cual no se puede follar xD. Seguro que es que se corre con sólo verla.

"-¿Te has aprovechado de mi hija?

-No.

-Te has acostado con ella.

-Sí."

Esto me hace gracia =).

Mirna me da un poco de penita. Pero aún así... qué tonta que es la pobre, por dios. Y en este caso, no se le puede echar la culpa a una mala educación paterna u.u.

En fin. Bendita la inspiración, que me ha permitido un comentario más extenso. Ahora sí, hasta aquí por hoy =)

Mital dijo...

Blaaaaaaah Bleeeeeeeeh.

Mirna está acostumbrada. El resto, piensa que son escenas y movimientos a medio describir. Y eso.

Anónimo dijo...

Ya, excusas... ¬¬

(xD)