domingo, 15 de noviembre de 2009

Especial cumpleaños de ZDH.

Pues eso. Es raro para ser lo segundo que se publica, ¿no? Pues es lo que hay, no parece que demos para más, xD. De hecho, esto mismo fue entregado con dos meses de retraso (perdón, T.T). En fin... feliz aninversario atrasado a ZDH y... a leer, que para eso lo escribí, xD.

Un cumpleaños de muerte y destrucción.

A los padres de Tania Barbiaux la habían invitado a un banquete en el palacio de la familia Aei’n Daikos, y ella también tenía que ir. Era un fastidio tener que acudir precisamente la noche de su decimoséptimo cumpleaños, pero el feudo humano de los Barbiaux rendía vasallaje a la poderosa familia de elfos oscuros, y rechazar la invitación hubiera sido aceptar una invitación a la muerte.

Por lo menos, la dejaban acudir en un carruaje independiente. Al menos eso había conseguido. Iba acompañada de su fiel amigo Link de Hyrule, de su prometido, lord Fernando de Basai, y de su guardaespaldas, Ion Ariok. Y además, también tenía la ilusión de ver en la fiesta a sus apreciados amigos lord Aeina Brián y lady Mithrael Riumo.

Pese a todo, pensaba mientras se le iba pasando el enfurruñamiento, quizás fuese una buena noche de cumpleaños.


Se bajaron del carruaje. Fernando tomó a Tania por la cintura (el protocolo exigía que la tomase pomposamente de la mano, pero el profundo afecto que se tenían era superior a ellos mismos) y ambos traspasaron el umbral, seguidos de cerca por Link e Ion. Los ojos deTania buscaron impacientes entre la multitud, hasta encontrar lo que buscaban.

-¡Fénix! ¡¡Féééniiiiix!!

Brián Aeina se dio la vuelta y una sonrisa le iluminó el rostro. Tania se soltó del abrazo de su prometido y corrió al encuentro de su amigo, al que saludó efusivamente. Fernando y Link también saludaron amistosamente al joven.

-Mi querida amiga… ¡te deseo un muy feliz cumpleaños! ¿Cómo te encuentras? Y aún más importante… ¿cómo te has enterado de que me llaman “el fénix de Kaleq”?

-Las noticias vuelan, mi estimado Brián. Muchas gracias por la felicitación, y bueno, me gustaría haber podido celebrar mi aniversario con mi propia fiesta, pero en fin, me siento alegre al poder verte de nuevo. Por cierto… ¿no ha llegado aún la dama Mithrael?

-Por desgracia no… -Fénix miró a su alrededor, buscando ansiosamente a su amiga-. ¿Vosostros la habéis visto, chicos?

Dirigió la pregunta al grupo de tres personas que lo acompañaban. Dos hombres altos y fornidos, de cabellos oscuros y de rostros tan similares que se apreciaba que eran hermanos, aunque no eran gemelos. Uno de ellos tenía una expresión alegre, y los ojos negros. El otro tenía el semblante serio, y los ojos verdes. Del brazo de este último iba una mujer increíblemente hermosa, más bien bajita, de ojos carmesí y largo cabello blanco.

-Por cierto, Tania, creo que no conoces a mis fieles guardaespaldas y también grandes amigos, desde mi infancia. Éste es Shiron, y éstos son su hermano Kimeros y su esposa Kira.

-Muy encantada de conoceros –dijo Tania con una amplia sonrisa.

Los tres hicieron una reverencia, pero sólo Shiron y Kira correspondieron a la sonrisa.

-¿Una mujer de guardaespaldas? –se mofó Ion -. Más valdría un espantapájaros con una espada de madera.

La expresión de Shiron pasó rápidamente al enfado, y abrió la boca para responder a la ofensa hecha a su cuñada. Tania frunció el ceño y levantó una mano para reprender a Ion de un tortazo… pero Kira fue más rápida que todos ellos. Un rápido movimiento, una sombra borrosa y blanca moviéndose a toda velocidad, un golpe, e Ion se vio tumbado en el suelo, aturdido, y con la espada de Kira acariciando su garganta.

-Pues parece que soy mejor que vos, maese Ariok –dijo Kira, sin perder la sonrisa y el sentido del humor.

Todos los que habían presenciado la escena prorrumpieron en sonoras carcajadas, incluyendo a los que habían presenciado el suceso sin tener relación. Sólo Kimeros permanecía impasible. Kira se retiró y guardó el arma. Ion se levantó, malhumorado, y dirigió una mirada helada a Link, que se mofaba de él. El hylian enmudeció en el acto. No así Tania, que aguantó la furibunda mirada de su guardaespaldas mientras se reía.

-Para que aprendas a no pasarte de listo, Ion. Habéis estado fantástica, dama Kira. Pero siento curiosidad. ¿Cómo es que conocéis el apellido de Ion?

-Las noticias vuelan, lady Tania –le respondió.

Tania rió de nuevo y miró a su guardaespaldas.

-¿Algo que decirle a la señorita, Ion?

-Que ha tenido suerte de que estuviera distraído mirándole las tetas.

Kira se rió de buena gana. Su elegante y precioso vestido negro lucía un escote bastante imponente, y no era casualidad. Bien es cierto que, mayormente, se lo ponía para tentar a su marido, pero las aplicaciones de las armas de mujer no tenían límites.

Tania también soltó una carcajada.

-Sugiero, pues, que dejes de mirárselas –le dio un sopapo amistoso a su guardaespaldas-. A ver si aprendes a no ser tan salido. Pórtate bien.

Ion la fulminó con la mirada y murmuró algo entre dientes.

Tania hizo caso omiso y se giró de nuevo hacia su amigo.

-Y… ahora que lo pienso… Fénix… ¿qué hay de mi historia?

-Eeehh…

Brián Aeina se rió nerviosamente. El año anterior, por aquellas mismas fechas, lady Tania le había pedido expresamente una historia de vampiros, ya que conocía la afición de su amigo por la escritura, y le gustaba su forma de escribir. Brián le había entregado la primera parte del prólogo… y nada más.

-Ees quee… he tenido mucho lío, ya sabes… los estudios… la administración de las tierras… los enemigos de mi casa… je, je, je…

-Sí, ya… ¿y cuándo dejarás de estar tan ocupado?

-Puees… temo que no tendré mucho tiempo en estos días. Precisamente estaba hablando con nuestro querido anfitrión, Aei’n Daikos naad-Saorin, que me comentaba que iba a necesitar de ayuda de mi casa para combatir a los ejércitos humanos de los Tamaare.

-No sueltes trolas, sucio mentiroso. Si eres un vago y no sacas tiempo para escribir tus mierdas, a mí no me cargues el marrón. Y si los sucios humanos tienen cojones para atacar nuestros dominios, iremos a por ellos, les sacaremos las entrañas a sus soldados, empalaremos a sus mujeres, crucificaremos a sus hijos y violaremos a sus hijas. Y ni que decir tiene que lo mismo pasará con todo aquel de nuestros vasallos humanos, si osa traicionarnos… ¿verdad…?

Tania y Link tragaron saliva. El que así había hablado era Saorin Aei’n Daikos, el cuarto hijo de Nahaad Aei’n Daikos, el cabeza de familia. A pesar de que era algo bajito, y de constitución delgada (algo completemente anormal en un elfo oscuro adulto), no dejaba de tener el porte amenazador de su familia.

-Bien, se supone que soy vuestro anfitrión, así que, ahora que estáis todos… buenas noches, lady Tania, que sepáis que estáis realmente repelente esta noche, y buenas noches, lord Petardo. Que sepáis que me importa una mierda y que me causa vómitos el sólo pensar en vuestra unión marital. Ojalá los dioses os maldigan con muchos, muuchos hijos berreantes y tocapelotas que hagan muy infeliz vuestro matrimonio. Link, eres un mariquita, y de tus hazañas en combate sólo creo la parte en la que te comportas de forma taan vomitivamente honorable con tus enemigos, porque, siendo estúpido como eres, tiene que ser verdad. Ariok… búscate una buena puta, anda.

-Si me pagaran lo suficiente…

-¿Qué te pagan? Entonces la puta eres tú. Bien… lord Brián… no sé a dónde vais con esas pintas, o a quién pretendéis engañar, haciéndoos el tipo duro. Pero esto es una importante recepción, y no una partida de caza. Y no es que yo no compartea vuestros gustos estéticos, de hecho, podéis comprobar que yo también llevo ahora esa clase de ropa. Pero es que yo soy uno de los príncipes de este catillo, y puedo hacer lo que me dé la gana, y vos sólos sois un humano patético. Y de todas formas, lo único que pretendo es humillaros… Sólo falta por decir lo vago, idiota e icompetente que sois… Kirania… estáis muy buena. Es una lástima que seáis como una vulgar ramera. No, me corrijo. Sois peor que una vulgar ramera, porque al menos, las putas cobran. Sois una furcia. No tan deprisa, Shiron, que ya veo que vas a saltar, como el vulgar perrito faldero que eres, adiestrado para defender a su amo. A nadie engañas con tu actitud de superhermanito mayor para con la guarra esta. Lo que sucede es que estás amargado, porque tú lo que querías era follártela, y ella, luego de calentarte un poco la polla, te dejó tirado y se casó con tu hermano. Y en cuanto a ti, Kimeros… supongo que debes tener unos dedos mágicos, porque a ti te castraron integralmente de pequeñito (que nadie tenga huevos a decirme que es mentira), y si no es así, no me explico cómo haces para complacera tu mujer por las noches… En fin. Furcias y paletos… -hizo una parodia de reverencia con una sonrisa burlona- sed bienvenidos esta noche a la ostentosa y repelente morada de los Aei’n Daikos. Si tenéis la amabilidad de pasaros depués por la sala de recepciones, el subnormal de mi padre y la furcia (sí, Kira, peor incluso que tú) de mi madre les darán en persona su cálida bienvenida, con sus sonrisas hipócritas y las amenazas de muerte ante traición jodidamente veladas y difíciles de captar. Aunque no os lo recomiendo, porque hoy están de muy mal humor… lo cual me hace feliz. Y por cierto… feliz cumpleaños, dama Barbiaux. La única razón por la que deseo que cumpláis muchos más es porque quiero que vuestra vida dure para ser tan infeliz como os he deseado antes. En tal caso, ojalá viváis tantos años que perdáis la cuenta.

Todos enmudecieron por la impresión, salvo Brián y Kira, que rompieron a reir, y Kimeros, cuyo rostro seguía siendo de piedra. Shiron estaba rojo de rabia y apretaba los puños. Ion observaba con interés al elfo, Link y Tania estaban patidifusos, y Fernando, pálido, y apretando también los puños, lo miraba con tal odio que Kimeros, discretamente, se acercó a él para detenerlo por si cometía el suicidio de atacar al Aei’n Daikos.

-¡Ah, mi querida Tania, si vieras la cara que has puesto! Salta a la vista que estás poco acostumbrada a tratar con elfos oscuros, y en especial con Saorin. Puedes creer muy en serio que hoy está de buen humor. De lo contrario, os habría hecho llorar. En fin, así es él, y nada lo va a cambiar. Y tú, Fernando, cálmate. Por cierto, ¿recibisteis mi carta de enhorabuena por vuestro futuro enlace? –dijo Brián.

-Sí, la recibimos… -le respondió Fernando, intentando controlar su ira. Cuando por fin apartó los ojos de Saorin, que le dirigía una sonrisa desafiante, se calmó y esbozó su propia sonrisa-. Os estamos muy agradecidos, lord Aeina.

-Por favor, llámame Brián, o incluso mejor, Fénix.

-Como gustes, Fénix.

-Oh, por favor, vais a hacer que eche la papilla… -dijo Saorin, y acto seguido parodió el diálogo entre los dos jóvenes con voces ridículas.

Fernando inspiró hondo e hizo ademán de llevarse la mano a la espada, pero Tania lo tranquilzó poniénondole una mano en el hombro.

-Ya, cálmate, mi amor. ¿Por qué no vas a servirte algo de beber y hablas con los demás invitados? Iré a buscarte más tarde.

-No me hace gracia dejarte con este tipo –dijo Fernando.

-Oh, por los dioses, ¿qué mal le voy a hacer? Soy su amable y encantador anfitrión…

-No te preocupes, querido, no me pasará nada. Estoy con Ion, que es un gran luchador, a pesar de todo, y con Link, y con los chicos de Fénix. Y Marth y Roy andan por ahí por si los necesito. Estoy a salvo.

Fernando la ,miró, preocupado. Dirigió una mirada de desconfianza a Saorin y, finalmente, le sonrió a Tania.

-De acuerdo. Me sentará bien distraerme un poco. Luego nos vemos.

Se despidió de ella con un beso y se alejó, perdiéndose entre la multitud y el bullicio.

-¡Oh, fijaos, por ahí viene Mithrael! ¡Mital! ¡¡Mitaaaal!! –exclamó Tania.

-¿Dónde, dónde? –preguntó Brián, ansioso.

Shiron y Kira comenzaron a reírse por lo bajo, pero Fénix no se dio cuenta, porque estaba buscando con la mirada a Mithrael, poniéndose cada vez más nervioso.

-Oh, por Drakenela, contrólate un poco, que manchas el suelo de babas –dijo Saorin.

Shiron y Kira estallaron en carcajadas. Brián se puso rojo como un tomate.

-Al menos, intenta que no se te ponga dura –acabó el elfo.

De entre la multitud salió lady Mithrael Riumo, y siguiéndola de cerca… un tipo que sospechosamente se parecía a Igrin… pero cuya forma de vestir no tenía nada que ver con el guardaespaldas de Mital. Ambos se acercaron a los reunidos.

-¡Yay, hola a todos! Mmm… hola, Saorin… -saludó, cambiando su voz alegre y dicharachera por una voz melosa y seductora en una décima de segundo.

-Eeeh… eeeh… hola, Mit… -dijo Brián intentado llamar la atención de la recién llegada, la cual no le hacía ni caso.

Saorin, a su vez, hizo caso omiso del saludo y miró de arriba abajo a su acompañante con una mirada difícil de descifrar.

-Deja de comerme con los ojos, ya sé que te pongo, tío, pero estamos en público…

-Ah… sí, eres Igrin. No te había reconocido debajo de… el pantalón elegante, los zapatos, la camisa, el chaleco… y… y… Por los dioses, dime que no es una pajarita eso que llevas al cuello.

-No, es un cinturón de castidad último modelo –dijo amistosamente Mital.

Todos se quedaron con cara de alucinados, pero Mithrael desmintió la broma con un ademán de la mano.

-Bah, en la práctica es lo mismo. Llevando eso puesto, no moja ni de coña, jejeje… Nah, en realidad, está castigado.

-¿Por qué? –preguntó Tania.

-Por intentar morderme después de tirarme un salero a la cabeza… otra vez.

De todas formas –interrumpió Igrin-, por lo menos no ha conseguido peinarme.

-¡¡Ah, es verdad, ya se me olvidaba!! –exclamó Mithrael.

Y acto seguido, sacó de alguna parte un peine, le echó saliva en el pelo a Igrin y comenzó a peinarlo.

Y todos los presentes (salvo Kimeros y Saorin), que ya se habían estado riendo desde que se había confirmado que el sujeto con aquellas pintas de pijo era realmente Igrin, estallaron en carcajadas tan violentas que Link y Shiron cayeron al suelo tronchándose de risa. A Kira se le saltaban las lágrimas, y el mismo Ion reía con fuerza.

-¡Es que encima, repeinado como si le hubiera lamido la cabeza una vaca! –dijo Ion.

-Ésta te la guardo. Ya no puedo meterme contigo, ¡tú solo ya te humillas bastante! – dijo Saorin. Entrecerró los ojos y le lanzó una dura mirada antes de decir-: Tío, yo antes te respetaba.

-Lo sé… yo también me respetaba.

Ya todos lloraban de la risa, y a Shiron y a Link les estaba empezando a dar un ataque cardíaco.

-De todas formas, me quitaré todo esto en cuanto pueda…

-Ven a hablar conmigo entonces… ¿cuándo será eso? –dijo Saorin.

-En cuanto pueda meter a Kirania en un cuarto oscuro.

Algunas risas cesaron. Otras continuaron con más ganas.

-¿Lo veis? ¡Yo no soy el único pervertido! –exclamó Ion.

-Bah, cállate –le recriminó Tania.

-Venga, machote, me gustaría ver cómo lo intentas –dijo Kira, amenazadora y sonriente.

- Me parece que voy a tener que bajarte esos humos con unos cuantos azotes…

-Prueba –dijo Kimeros. Los que le conocían sabían que era una amenaza.

-Ah, claro, hay que pedir cita primero… pero… ¡espera un segundo! ¡Su marido no la usa, seguro que está libre!

-¿Cómo que no me usa?

-¿Cómo te va a usar, si está castrado?

Saorin soltó una carcajada. Todos se quedaron sin habla, mirándole, aterrados. ¿Saorin Aei’n Daikos… riéndose?

El elfo se acercó a Igrin y extendió la mano.

-Chócala, colega. Has vuelto.

Igrin le chocó la mano.

-Un placer.

Entonces Saorin se dio cuenta de la peresencia de lady Mithrael.

-Oh, es verdad, ya me olvidaba de ti. Bueno, bienvenida al estercolero de los Aei’n Daikos y todo eso, psicópata pervertida desquiciada.

-¡Yay, sí que estás de buen humor!

-¿Lo veis? Os lo dije –dijo Brián-. ¡Hola, Mit!

-Es verdad… ¡¡feliz cumpleaños, Tania!! –dijo Mital pasando olímpicamente de Fénix.

-¡Muchas gracias, mi querida Mithrael!

-¿Qué, qué tal te sientes ya con tus diecisiete añitos?

-Muy bien. De momento no hay mucho cambio con los dieciséis, pero…

-Por cierto, enhorabuena por tu futuro matrimonio. ¿Dónde está el afortunado?

-Po ahí andará. Se fue porque se sintió ofendido por Saorin.

-¿No le dijisteis que estaba de buen humor?

-Fernando nunca ha tratado mucho con elfos oscuros, ya sabes…

-Bueno, pues ya lo saludaré… En fin, hola, Link, qué bien te veo… ¡Ion, qué guapo estás! Shiron, te veo estupendamente, me alegro. Kimeros… ay, como siempre, te hace falta chocolate… ¡¡luego te doy, que he traído!! Dama Kirania… Bueno, creo que ya os he saludado a todos, ¿no?

-Eeeh… hola, Mit… ¿Qué pasa, es que ya no somos amigos?

-Nya, claro que sí, tonto, te estaba tomando el pelo. Ven aquí, anda.

Y lady Mithrael le dio un cariñoso abrazo a su amigo.

-Ahora en serio, voy a vomitar. Más te vale no empalmarte, Brián, porque si la tía esta ha sido tan estúpida como para no darse cuenta hasta ahora, se va a enterar de la forma menos apropiada… -dijo Saorin.

Si Mithrael lo había escuchado, no dio muestras de ello… y en cuanto se separó de Brián, volvió a ser la misma de siempre.

-Por cierto –dijo mirándolo de forma crítica-, deberías quemar esa ropa sucia y andrajosa y empezar a vestirte como un noble de tu categoría. No estás en una partida de caza. ¿Qué pasa, pretendes ir de guay, tipo duro?

Fénix refunfuñó. Detestaba que lo llamasen así. Y ella lo sabía muy bien.

-Antes que vestirme como se supone que tengo que vestirme, prefiero empalar mi cabeza en un lanza. Las ropas que habitualmente tengo que llevar parecen las de un payaso. Para una vez que puedo venir a mi gusto y no parecer un estúpido amago de pavo real… ¿no podríais dejarme un poquito en paz? ¿Eh? ¿Es mucho pedir?

-Ah, ya, no te agobies, Fénix, ya sabes que Mital está de broma –intervino Tania, sonriendo.

-Ya sabes que me estaba metiendo contigo, toonto… -confirmó Mithrael con una idéntica sonrisa y tono afable-. Pero de verdad, te sentaría bien vestirte de forma elegante alguna vez… ¡¡como Igrin, por ejemplo!!

Todos se rieron. Brián bizqueó por la impresión, y miró a su alrededor suplicando con los ojos.

-Por los dioses, si tal cosa pudiese llegar a suceder, matadme…

-Encantado –dijeron Saorin e Igrin a la vez, adelantándose con sendas sonrisas malévolas.

-Eh, eh, eeeh… tranquilos…

-En fin, vamos ya a lo interesante... –dijo Mithrael. Avanzó hasta Saorin, le pasó un brazo por los hombros y, sin el mínimo disimulo ni pudor, lo rodeó con una pierna, en clara actitud seductora.

-Creo que no nos hemos saludado de la forma más adecuada, Saorin, guapo… ¿Qué te parece si nos vamos a algún lugar más apartado, digamos… más intimo, para ponernos al día? –su voz acaramelada fue acompañada de una mirada ardiente y una ceja arqueada.

-Lo que faltaba, tenemos otra peor-que-una-puta calentorra y en celo. Mira, si quieres que alguien te folle, te recomiendo nuestras cuadras. Tenemos una fantástica selección de caballos que seguro estarán encantados de montar a una yegua tan ligera de cascos como tú.

-Huuy, me encanta que me lo pongan duro. A ver si consigo yo que se te a ti se te ponga dura otra cosa…

-¿No he sido lo bastante claro, zorra? Esfúmate antes de que te saque las tripas. Me da asco tu olor a humana.

-Bueno, piénsalo de esta manera: ¿no estás hasta los cojones dela fiesta? Puedes aprovechar para escaquearte. Yo finjo que estoy mal, y tú, como buen y perfecto anfitrión, me acompañas un rato a tomar el aire par que me recupere… Tómatelo como un negocio. Un intercambio de favores.

Saorin la miró con sumo interés.

-Bueno… viéndolo así… De ese modo, sí serías una puta. Y yo nunca he despreciado su oficio…

El elfo miró a su alrededor y luego esbozó una media sonrisa casi pícara.

-De acuerdo. Vámonos.

Y ante la tónita mirada de todos, cogió a Mithrael por la cintura (aquello era realmente lo más insólito) y pronunció un cortés “Buenas noches, hijos de perra” antes de irse con ella y perderse entre los demás invitados, seguidos de cerca por Igrin, que a buen seguro también quería desaparecer de las miradas de la gente.

-Pe… pero… ¡Diablos, si acaba de llegar, y ya se marcha! –exclamó Brián, frustrado (más por el hecho de que Mital estuviera seduciendo a Saorin que por el hecho de que se hubiese ido tan rápido).

-Déjala que se divierta… En fin, Fénix, me alegro de haberte visto, pero ahora me voy a buscar a mi querido Fernando… ¡nos vemos luego! –dijo Tania, llevándose consigo a Ion y a Link.

-Vaya, el ambiente ha decaído un poco… ¡Shiron!, ¿qué tal si nos vamos a bailar? –propuso Kira.

-Excelente idea, cuñada.

-¡Bien! Kim, cielo, te dejamos con Brián. ¡Pasadlo bien!

Dicho esto, ambos guardaespaldas se dirigieron a la pista de baile, dejando a Brián con Kimeros.

Lo cual, como el joven sabía con resignación, era dejarle solo.




Había pasado un buen rato ya. Tania había encontrado a su prometido, y habían bailado juntos durante más de una hora. En aquel momento estaban en una de las numerosas terrazas del magnífico castillo, bajo la luz de la luna, compartiendo un romántico momento.

Que, por suerte o por desgracia, no les iba a durar.

-¿Has oído eso? –preguntó Fernando, inquieto, asomándose por el balcón.

Tania se asomó también, asustada. A pesar de que estaban a una altura considerable, podían oír claramente el inconfundible sonido de las armas al chocar. La prieta oscuridad y la distancia no les dejaban ver, pero no les cabía duda de que allá abajo se estaba librando una batalla.

-¡Tania! ¡Mital! ¡Fernando! ¿Dónde estáis?

Ambos se dieron la vuelta, alarmados, pero se tranquilizaron al reconocer a Brián, que entró a la carrera en la terraza, con la respiración agitada y seguido por Kimeros, Shiron, Kira, Link e Ion, que había estado montando guardia en la puerta de la terraza. Todos llevaban las espadas desenvainadas (salvo Fénix, claro, porque no tenía).

-¿Qué ocurre? –preguntó Tania, preocupada.

-Suerte que os hemos encontrado a tiempo. ¡Están atacando el castillo!

-¿Qué? ¿Quién? –preguntó Fernando.

-Son vampiros. Parece ser que están en guerra con los elfos oscuros –contestó Kimeros.

-¿Algunos de vosotros ha visto a Mital? –preguntó de nuevo Brián.

-No –respondió Tania-. ¡Vamos a buscarla!

Fernando desenvainó la espada y tomó a Tania por el brazo. Los ocho compañeros se lanzaron a través de los pasillos en busca de su amiga. Y no tuvieron que buscar mucho, porque al doblar una esquina se la toparon de frente, empuñando un látigo y seguida de cerca por Igrin.

-He escuchado jaleo. ¿Qué pasa?

-¡Nos atacan unos vampiros! ¡Es genial! –exclamó Tania.

-¿¿Qué?? –gritaron Brián, Link y Fernando a al vez.

-¡Por fin nos divertiremos un poco! ¡¡Y yo que creía que iba a ser un cumpleaños aburrido! Je, je, je…

-¡¡Yay, a repartir leña!! –dijo Mital.

Igrin, Ion, Shiron Y Kira se limitaron a sonreír.

-Estáis locas –dijo Link. Fernando y Brián estuvieron de acuerdo.

-Oh, vamos, sois unos cobardes quejicas –dijo Tania, comenzando a andar a toda prisa.

-¿A dónde vas? –le preguntó su prometido.

-A las cocinas, a por una sartén…

-¿¿Y tú sabes ir a las cocinas?? ¡Si tú nunca habías estado aquí! –dijo Link.

-Eeeh… cállate, Link, o te pegaré cuando encuentre la sartén. Mientras tanto… Ion, dale una colleja.

El guardaespaldas de Tania le dio una sonora colleja al pobre rubio.

-¡Auch!

-¡¡Cuidado!! –gritó de pronto Fernando.

Tania se dio la vuelta y soltó una exclamación al tiempo que daba un salto hacia atrás para esquivar el pesado golpe de una gigantesca hacha que la hubiera partido por la mitad de no haberse apartado. Un grupo muy numeroso de lo que parecían ser cadáveres andantes avanzaba por el pasillo, sosteniendo armas afiladas en sus manos putrafactas.

-¡¡Muertos Alzados!! ¡¡Salid de aquí!! –exclamó Kimeros, adelantándose. Su espada trazó un círculo imposible de ver en el aire y cercenó la cabeza del no muerto. Fernando se colocó a su lado y se puso en guardia.

-¡¡Ion, coge a Tania y vete!! –gritó el noble de Basai.

Tania iba ya a protestar, pero Brián la cogió por el brazo y salió corriendo a toda prisa, seguido por Link, Kira, Shiron, Igrin y Mital, la cual echó una mirada de añoranza a la batalla, antes de decidir que prefería estar con sus amigos. Al fin y al cabo, ya habría tiempo para repartir mamporros.

-Hasta que no tengas arma, no vamos a dejarte pelear. No temas, Fernando estará bien con Kimeros –le dijo Brián a Tania.

-¿Y ahora a dónde vamos? –preguntó la joven, frustrada y preocupada por su novio.

-A las cocinas. ¿No querías una sartén?

-¿Y tú sabes llegar? –preguntó Mital.

-Concozo a Saorin más de lo que parece.

-Huy, yo también le he conocido a fondo esta noche…

Brián hizo caso omiso de la broma y guió al grupo hasta las cocinas, donde Tania cogió una enorme sartén que estaba encima de un fogón. La sopesó, la calibró, y asintió, satisfecha.

-Vamos a freír unos cuantos vampiros.

Y dicho y hecho, una de las puertas de las cocinas se abrió bruscamente, y en la estancia entraron tres elfos, retrocediendo apresuradamente y defendiéndose a trompicones y como podían de siete vampiros que los acosaban.

-¡¡Yaaaaaah!!

El grito de las dos mujeres resonó entre las paredes de piedra. El látigo restalló en el aire y se enroscó al cuello de un vampiro. Mital dio un tirón brusco y la cabeza del mismo salió disparada salpicando sangre en todas direcciones. Tania llegó junto a uno, que no se movió por la sopresa, y que recibió toda la furia de la recientemente adquirida arma de la chica en la frente. Alzó los brazos para defenderse, pero una lluvia meteórica de sartenazos le caía encima, hasta que finalmente quedó tirado en el suelo, sin sentido. Entretanto, Ion le había tirado una bola de oscuridad a uno, reduciéndolo a cenizas, y ahora estaba cruzando el acero con otro; Igrin le había saltado encima a un cuarto y lo estaba matando a puñetazos; Link se batía heroicamente con el quinto, y Kira y Shiron despachaban tranquilamente a los suyos. Finalmente, todos fueron aniquilados, pero el sonido de pasos apresurados indicaba que se acercaban muchos más.

-¡Tenéis que ir a ayudar a los señores! ¡Los han cercado en la sala de fiestas, y no podrán aguantar mucho tiempo! ¡Cada vez son más y más! –exclamó uno de los elfos.

-¡Sííí, vayamos a donde está la acción! –dijo Tania, entusiasmada.

-¡¡Sííí, vayamos a ayudar a Sao-chan!! –exclamó Mital.

-Pues… ahora que lo decís, el naad no se encontraba entre los señores, en la sala…-dijo uno de los elfos.

-¿Ah, no? Pues que les den. ¡Yo quiero ir a ayudar a Saorin!

-Aaah, no, Mital, a ése, ni agua. Es malo, y me da miedo (borra esa cara, Ion).

-Más miedo das tú… –murmuró Link entre dientes.

-¿Qué dijiste? –preguntó peligrosamente Tania, apretando la sartén en las manos, como por casualidad.

-Estoo… nada.

-Ya me parecía. En fin, lo dicho. Yo no voy a buscar a ese elfo malo. ¡Yo quiero matar muchos vampiros!

-Puees… creo, Tania, que sí que vamos a tener que ir a por Saorin –dijo Brián.

-Ya, no me fastidies, Fénix. Piensa que si no ayudamos a los Aei’n Daikos, luego nos veremos en serios problemas con ellos.

-Me parece bien, pero es que… ¿cómo decirlo? Saorin lleva consigo tu regalo de cumpleaños…

-¿¿QUÉ??

-Pues eso, que…

-¿¿LE DISTE MI REGALO DE CUMPLEAÑOS A UN SUJETO BASTARDO Y SUCIO COMO ÉSE?? ¡¡FÉÉÉNIIIX!!! ¡¡¡YO TE MAATOOO!!!

Brián esquivó el sartenazo de Tania y alzó las manos, como queriendo calmar a su amiga.

-Caalma, caalma, se lo di porque no quería darte el regalo antes de tiempo, y temía ser demasiado impaciente. Así que se lo di, para que lo custodiara.

-¡¡Menuda tontería!! ¿¿Qué es eso de “esperar el momento adecuado”??

-Puees… quería entregártelo durante los fuegos artificiales de la una…

-¿En serio?

-En serio.

-Aah, Fénix, qué lindo…

Tania le dio un rápido abrazo a su amigo, se separó de él y empuñó la sartén con firmeza y determinación.

-¡¡Pues ya, no perdamos tiempo y vayamos a buscar a Saorin!!

-¡Yay! –exclamó Mital.

-¡Bien! ¿Dónde está? –preguntó Brián a los elfos.

-Creemos que se encontraba en la torre Este en el momento del ataque.

-Pues vamos. De todas formas, Shiron, Kira, deberíais ir a echar una mano en la sala de celebraciones.

-Eso está hecho –dijo Shiron, levantando su espada y sonriendo.

-Cuenta con nosotros. Ve tranquilo. Y tened cuidado –dijo Kira.

-Vosotros también, chicos. ¡Hasta luego!

Y Tania, Fénix, Mital, Ion, Igrin y Link salieron a toda prisa hacia la torre Este. No tardaron en llegar y empezar a subir, aniquilando a todo vampiro que encontraban a su paso, pero por alguna razón, seguían llegando más y más…

-Me cago en la puta, ¿de dónde coño salen? ¡Si es que todos los que ya hemos matado no caben en esta torre! –dijo Igrin.

-¡Oh, no, eso es que hemos llegado tarde! –se apenó Mital, temiendo por Saorin.

-O es eso, o es… oh, mierda –dijo Brián.

-Oh, mierda… ¿qué? –preguntó Igrin.

-Eeeh… nada, nada, mejor sigamos…

Igrin agarró a Fénix por el cuello y lo levantó en el aire.

-Mira, listillo, nosotros nos estamos jugando el culo, y tú ni siquiera peleas, así que, si hay algo que debamos saber, más vale que nos lo digas, o usaré tu cabeza como arma contra los vampiros.

Brián iba a contestar, pero en ese momento, una espada atravesó su espalda y salió por su pecho, casi alcanzando a Igrin, y gracias a que éste había retrocedido de un salto.

-Ay, coño, que no se acaban. Bueno, por lo menos me ha servido de escudo. No lo había pensado…

Sin perder tiempo, el guardaespaldas de Mithrael se encargó de los vampiros que habían aparecido. Link, aunque consternado por lo ocurrido, le ayudó. Tania gritó, soltó la sartén y se acercó al cuerpo agonizante de su amigo.

-¡Fénix! ¡¡Fénix!! ¡¡¡Noooo!!!

-No… no dejéis que Igrin se coma mi cadáver… -dijo Brián, antes de quedarse inmóvil.

Mithrael se arrodilló junto a él y le tomó el pulso.

-¡Está muerto! ¡¡Está muerto!! ¡¡Mierda, Brián, ¿por qué…?!! ¡¡¡Mierda!!!

Link, apenado, se acercó a Tania, apoyó una mano en su hombro, para consolarla, y se quitó el gorro en señal de duelo. Unas discretas pero sinceras lágrimas resbalaron por las mejillas de las dos amigas de Brián, aunque Mital hacía lo posible para disimularlas.

-Hijos de puta… -dijo Mithrael en un tono terrriblemente amenazador al tiempo que se levantaba y se secaba el rostro-. Me los voy a cargar a todos –y empuñó con fuerza el látigo.

-Ooh, qué bonito… me vais a hacer vomitar.

Todos miraron escaleras arriba, viendo aparecer a Saorin, espada ensangrentada en mano, y seguido por varios elfos.

-No tiene gracia ni viniendo de ti, Saorin –gruñó Mital.

-Huy, a lo mejor a ti te hace gracia vomitar, pero a mi me resulta desagradable…

-¡¡Por lo que más queráis, un respeto!! –exclamó Link, enfadado.

-¡¡¡PERO CÓMO OSAS, BASTARDO!!! –rugió Tania, lanzándose a por él.

Ion se movió con rapidez y sujetó a Tania.

-Mala idea, Tania. Te hará pedazos.

-¿Y desde cuándo a ti te importa? –preguntó Saorin.

-Si se muere, no me pagan.

-¡¡¡AAAH, IIIOOOOON!!! –se revolvió Tania, tratando ahora de golpear a su guardaespaldas.

-¿Me lo puedo comer ya? –preguntó Igrin, aburrido.

-¡¡¡Igrin!!! –exclamó Mital, enfurecida, lanzándole un latigazo, que esquivó por poco.

-No te lo recomendaría, seguro que sabe fatal –dijo Saorin, acercándose a Brián.

Link, furioso, amenazó con la espada al elfo.

-¡¡Si no dejáis de mofaros y comenzáis de mostrar respeto por nuestro amigo muerto, os haré pedazos!!

-Ah, cállate ya, Link, pesado –dijo Saorin con un ademán-. Ya me voy a encargar de eso. Al fin y al cabo, necesito a este idiota vivo… por ahora.

-¿¿¿Qué??? –exclamaron todos.

Saorin puso los ojos en blanco.

-Si el trío maravilla hubiera estado con vosotros, todo habría sido más fácil. Por dios, ¿es que nadie tiene dos dedos de frente? ¿Por qué creéis que a lord Brián Aeina le llaman “el fénix de Kaleq?

Y dicho esto, tomó una antorcha de la pared y la arrojó sobre el supuesto cadáver. Tania soltó una pequeña protesta, pero Mital le hizo un gesto con la mano, al tiempo que observaba el fuego con interés. Había prendido con inusitada rapidez… y a la misma velocidad, el cuerpo se consumió.

-¿Qué…? –comenzaron todos.

Pero en seguida tuvieron respuesta. Las cenizas que habían quedado del cuerpo comenzaron a agitarse, y a removerse, y a tomar la forma de un cuerpo humano… hasta que, por obra de algún milagro, Brián Aeina apareció de nuevo ante ellos, totalmente vivo y como nuevo.

-¡¡Tachááán!! ¡Gracias por no dejar que Igrin se comiera mi cadáver! –exclamó, poniendo una pose de final de truco de magia.

-(¿Cómo diablos ha hecho para recomponer también la ropa quemada?) –se preguntaron Ion e Igrin.

-¡Estás vivo! –exclamaron Tania y Mital abrazando a su amigo, y provocando que Saorin pusiera nuevamente los ojos en blanco.

-Hum, un truco genial… ¡así puedo matarte una y otra vez! Pues ya puedes empezar a cantar lo que ibas a decir antes de que nos interrumpieran, mocoso –amenazó Igrin, acercándose al resucitado.

-¡¡Tú estate quieto!! Ya hablaremos de esto. ¡¡Y te has quedado sin carne humana un mes!! –le amonestó Mital, enfadada.

-Puto renacuajo. Ni siquiera pude echarle el diente, por lo menos.

-¡¡Au!!

Todos se volvieron hacia Fénix, sorprendidos al comprobar que Tania le había pegado una torta.

-¡Eh, ¿por qué me has pegado?!

-¡Por asustarme así! ¡¡No vuelvas a hacerlo!!

-Sí, claro, yo pedí que me mataran. Como es tan agradable que te claven una espada en la columna vertebral…

-Bueno, ya basta, arregladlo luego. Ahora tenemos que recomponer el desaguisado que se ha montado por culpa de este imbécil –dijo Saorin señalando a Brián.

-¿Qué has hecho, capullo? –preguntó Igrin.

-Es lo que iba a decir. Supongo que fue el pergamino que utilicé para escribir el regalo de cumpleaños de Tania…

-En efecto. Era un pergamino de realidad. Básicamente, es un documento que hace realidad lo que en él se escribe. Y a éste no se le ocurrió mejor idea que escribir en él una historia de vampiros. Por eso siguen apareciendo, sin fin.

-Se había acabado el resto del pergamino, y con las prisas, y como soy despistado, pues no me di cuenta.

-Buena la has armado, Brián. Si lo llego a saber, impido que Sao-chan te resucite –dijo Mital.

-Su resurrección es espontánea. Yo, simplemente, aceleré el proceso. Y además, le necesitamos. Tiene que ser él quien ponga fin al hechizo. Y de hecho, también necesitamos a Tania.

-¿A mí? ¿Por qué?

-Al ser una historia escrita especialmente para ti, te conviertes en la dueña del pergamino, y la responsabilidad de deshacer su magia se divide entre su creador y su propietario –dijo Brián.

-¿Y dónde está el pergamino? ¿No lo tenías tú? –preguntó Ion.

-Pues no. No soy una putita de los recados, ¿sabes? Lo dejé en la torre, junto a los fuegos artificiales, para que éste idiota se acordara de cogerlo. Iba a por él, pero os he oído y he bajado para indicaros el camino.

-Vale… ¡pues vamos! –exclamó Tania.

Y los siete compañeros siguieron subiendo por la torre y matando vampiros. Finalmente, llegaron a un amplio almacén, repleto de fuegos artificiales… y atestado de vampiros.

-Empieza la fiesta… ¡hoy cenaremos vampiro, Igrin! –exclamó el elfo oscuro.

Igrin no respondió. Simplemente, iba matando vampiros, sonriendo malévolamente y canturreando una canción:

-And it’s so easy when you’re evil…

Link cortaba vampiros a la mitad con su espada. Mital arrancaba cabezas con su látigo. Ion segaba miembros con su espada y carbonizaba cuerpos con su magia oscura. Saorin había sacado una daga, además de su arma. Igrin utilizaba sus puños, que transformaba en garras. Tania daba sartenazos a diestro y siniestro, implacablemente. Y hasta Brián, sorprendentemente, mató a unos cuantos vampiros. Tania se dio cuenta de ello cuando iba a defenderse de un atacante, y éste cayó solo al suelo, apareciendo Fénix detrás de él, con una estaca ensangrentada en la mano.

-Je, je, jeee… Cuando juego a rol, yo soy un Assamita. Vampiros como Brujah y Gangrel que vayan a saco y a lo loco si quieren. Lo mío es ofuscarme y estacazo por detrás. Je, je, jeee…

Finalmente, los vampiros parecieron acabarse, y Saorin pudo acercarse a una mesa que había, a coger el pergamino causante de todo aquello.

-Venga, arregla esto de una vez –dijo, dándoselo a Fénix.

-Bien. Ven aquí, Tania –dijo éste a su vez, yendo a la mesa y sacando quién sabe de dónde pluma y tintero.

Ella se acercó a su amigo, y vio que estaba escribiendo unas líneas en el pergamino.

-Bien. Lo único que tienes que hacer es lee resto.

Tania leyó en voz alta.

Demasiados días quedan.
Demasiados días en el horizonte lejano,
hasta que un día no quede más que un minuto,
en el que te pondrás a recordar tu vida,
antes de cerrar los ojos,
y entregarte al más último y dulce de todos los sueños.
Demasiados días que aún no tienes que contar,
porque aún te quedan por contar muchas veces más
todos los días que han sido hasta ahora.
Demasiados momentos oscuros,
y tan pocos momentos felices,
pero que serán más felices porque habrá tiempos oscuros,
y que harán los tiempos oscuros
porque habrá días felices.
No sabes lo que viene, y poco ha de importar.
Sólo importa lo que sabes. Sólo importa lo que tienes.
Aprovéchalo. Hazlo tuyo ahora, y sé feliz.
Y así, cuando sólo te quede un minuto
antes de cerrar los ojos
y entregarte al más dulce de todos los sueños,
y te pongas a recordar, por última vez
todos los días que han sido hasta entonces,
recordarás tiempos oscuros, y días felices,
y te darás cuenta, de que si los viviste con felicidad,
y siempre gozaste de lo que tenías,
en realidad, no hubo jamás tiempos oscuros,
y que sólo te quedaron los días felices.


Y en cuanto Tania concluyó la lectura, los cuerpos de los vampiros muertos desaparecieron.

-Bien. Ahora sólo falta, por supuesto, hacerte entrega de tu regalo –dijo Fénix-. Ion, ¿te importaría encender esos fuegos artificiales que están ya preparados para disparar?

-Que te den…

-Ion… -amenazó Tania, enarbolando la sartén.

-Bah –dijo el guardaespaldas de la chica, y con sus manos lanzó unas llamas negras que prendieron las mechas de los cohetes, que salieron disparados hacia el cielo nocturno, impactactando en el lienzo negro y estrellado, deshaciéndose en miles de fragmentos de brillantes colores, que iluminaron la escena dándole un aire mágico y enternecedor.

-Tania…

-¿Sí, Fénix?

-Feliz cumpleaños.

Y le dio el pergamino, el cual la chica comenzó a leer:

A los padres de Tania Barbiaux la habían invitado a un banquete en el palacio de la familia Aei’n Daikos, y ella también tenía que ir. Era un fastidio tener que acudir precisamente la noche de su decimoséptimo cumpleaños, pero el feudo humano de los Barbiaux rendía vasallaje a la poderosa familia de elfos oscuros, y rechazar la invitación hubiera sido aceptar una invitación a la muerte…

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